La Iglesia trasladará al lunes 20 de marzo la solemnidad de San José que tradicionalmente se celebra el 19 de marzo, al coincidir con el domingo.
Sin embargo mañana, el domingo más próximo a dicha solemnidad la Iglesia celebra el Día del Seminario, este año con el lema «Levántate y ponte en camino». Esta Jornada se presenta como una ocasión para pedir, dar gracias y mostrar nuestra cercanía con los seminaristas, sus formadores y las vocaciones sacerdotales.
Las vocaciones sacerdotales son necesarias en la Iglesia, porque sin sacerdotes la Iglesia no podría vivir aquella obediencia fundamental que se sitúa en el centro mismo de su existencia y de su misión en la historia, esto es, la obediencia al mandato de Jesús: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes” (Mt 28, 19) y “Haced esto en conmemoración mía” (Lc 22, 19; cff. 1 Cor 11, 24), o sea, el mandato de anunciar el Evangelio y de renovar cada día el sacrificio de su cuerpo entregado y de su sangre derramada por la vida del mundo.
Es una situación que nos debe preocupar a todos. Para hacer frente al problema de las vocaciones hace falta acrecentar nuestra esperanza en la fidelidad de Dios, que nos dará pastores según su corazón (cfr. Jer 3, 15) y confiar en la gracia Dios, suplicando al dueño de la mies que envíe obreros a su mies (cfr. Lc 10, 2).
Pero, por nuestra parte se requiere crear una cultura vocacional, es decir, cultivar el campo favorable para que la semilla de la vocación arraigue, crezca y florezca. En nuestra parroquia todos los días, en todas las celebraciones pedimos por su florecimiento y perseverancia. Además, cada jueves, exponemos el Santísimo en la custodia con una intención común: pedir para que surjan las vocaciones especialmente en nuestras parroquias.
La llamada vocacional esta dirigida a todos, pero especialmente a los jóvenes que viven en nuestras comunidades, jóvenes que pertenecen a diferentes grupos juveniles parroquiales, que asisten a Misa, que están en Colegios de nuestra zona y en otros ambientes diversos insertados en una cultura religiosa principalmente.
Debemos sentir esta tarea como algo propio y suscitar en nuestra comunidad “una actitud vocacional” que viene caracterizada por la gratitud, la apertura a lo trascendente, la disponibilidad para el servicio, el afecto, la comprensión, el perdón, la responsabilidad, la capacidad de tener ideales, el asombro y la generosidad en la entrega.
Felicitamos a nuestros seminaristas Enrique Alonso Alonso y Juan Manuel Montenegro y quiero que sientan el apoyo y nuestra cercanía, del la parroquia , de sus sacerdotes, de los miembros de vida consagrada y de los fieles laicos que la conforman.