Como cada jueves celebraremos la
Exposición del Santísimo en la iglesia nueva de Santa Cruz pidiendo especialmente por las vocaciones sacerdotales y religiosas. Pero… ¿Por qué rezar ante la custodia?
La Hostia Santa, es la Presencia divina real del Señor.Él está presente entre nosotros en la Custodia, es el mismo cuerpo que ha sido ofrecido por nosotros en el sacrificio de la Redención, resucitado y glorificado.
Por tanto, la Adoración Eucarística, ha de tener forma de comunión espiritual, de ofrenda permanente también de nuestra vida.
Juan Pablo II decía al respecto: «…no es lícito ni en el pensamiento ni en la vida ni en la acción, quitar a este Sacramento, verdaderamente santísimo, su dimensión plena y su significado esencial. Es al mismo tiempo Sacramento-Sacrificio, Sacramento-Comunión, Sacramento-Presencia.» (Redemptor hominis 20).
Cuando adoramos entramos en una relación íntima con el Señor que está presente en el Santísimo Sacramento. Es nuestra respuesta de fe y de amor hacia Él, que siendo Dios se hizo hombre, demostrándonos con su entrega, su amor por nosotros hasta la eternidad.
Adorándole, estamos reconociendo su misericordia, eligiendo esta forma para quedarse con nosotros, y a su vez, también reconocemos su majestad, que Él es Dios, confesando de este modo su presencia real y verdadera y substancialmente.
Cuando rezamos ante la Eucaristía rezalos ante el mismo Dios, intercediendo por otros, por sus propias necesidades y agradeciendo al mismo tiempo todos los beneficios dados.
Cuando adoramos, le estamos acompañando con sentimientos también de reparación por los pecados nuestros y de toda la humanidad, ponemos ante Él, nuestros esfuerzos y nuestra voluntad, para responder a su gracia buscando así la santidad a la que estamos llamados.
Cuando nos acercamos a Jesús Sacramentado, no nos olvidemos de hacerlo también con el espíritu de la Virgen María en humildad, ella elegida como primera custodia.
Pío XII explica: «Los adoradores cristianos, con absoluta fe y confianza, piden al Salvador, presente en la Eucaristía, por sí mismos, por el mundo, por la Iglesia. En la presencia real del Señor de la gloria, le confían sus peticiones, sabiendo con certeza que «tenemos un abogado ante el Padre, Jesucristo, el Justo. Él es la víctima propiciatoria por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero» (1Jn 2,1-2).»
Lugar: Iglesia nueva de Santa Cruz
Día: Jueves
Hora: 19:30 hh.