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LA SANTA MISA TIENE UN VALOR INCALCULABLE

by santaeulalia

Hace pocos días celebramos la institución de la Eucaristía el Jueves Santo. El Sacerdote puede aplicar u ofrecer a Dios cada celebración de la Santa Misa por intenciones particulares: tanto por los vivos, como por la salvación eterna de los difuntos. Se puede aplicar la Misa por los vivos: para pedir al Señor por cualquier necesidad propia o ajena; también se puede y se debe aplicar la Misa en acción de gracias a Dios, por los beneficios recibidos.

Asimismo, se puede y se debe aplicar la Misa por los difutos: pueden necesitar nuestra ayuda si, al morir, necesitan de purificación. La promesa recibida de Dios en el Bautismo conduce al cristiano a participar en la Vida eterna junto a Dios, a entrar en la comunión de su amor, de su paz, de su descanso y de su alegría por toda la eternidad. Las consecuencias de los propios pecados pueden hacer necesaria una purificación tras la muerte, en la situación transitoria del «Purgatorio», antes de poder entrar definitivamente en el Cielo.

Nunca sabemos la situación de cada uno en particular. Por eso, la Iglesia, con amor de madre, confía a todos los difuntos, y a cada uno en particular, a la misericordia de Dios, intercediendo ante El por ellos: con su oración incesante, y, sobre todo, ofreciendo el sacrificio redentor de su Hijo en la Eucaris-tia, para que sus frutos les alcancen a ellos en la situación en la que se encuentren. He aquí parte del maravilloso misterio de la «Comunión de los Santos».

Es necesario rezar por la salvación eterna de los hermanos difuntos. Podemos ofrecer por ellos a Dios algún sacrificio, limosnas, tratar de obtener el don de la Indulgencia para ello. Sin duda, lo mejor que podemos hacer por nuestros familiares difuntos (ila mayor obra de caridad que podemos hacer!) es rezar a Dios por ellos, y, sobre todo, aplicar u ofrecer la Santa Misa al Señor por ellos.

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