El Evangelio de hoy, ambientado en el día de Pascua, narra el episodio de los dos discípulos de Emaús. Es una historia que comienza y termina “en camino”. De hecho, está el viaje de ida de los discípulos que, tristes por el epílogo de la historia de Jesús, dejan Jerusalén y vuelven a casa, a Emaús, caminando unos once kilómetros.
Es un viaje que tiene lugar durante el día, con una buena parte del trayecto cuesta abajo. Y está el via- je de regreso: otros once kilómetros, pero hechos al anochecer, con parte del camino cuesta arriba después de la fatiga del viaje de ida. Dos viajes: uno fácil durante el día y el otro agotador por la noche. En el primero está el Señor caminando a su lado, pero no lo reconocen; en el segundo ya no lo ven, pero lo sienten cerca de ellos. En el primero están desanimados y desesperanzados; en el segundo corren para llevar a los demás la bella noticia del encuentro con Jesús Resucitado. Los dos de Emaús le abren primero su corazón, lue- go le escuchan explicar las Escrituras, y entonces lo invitan a casa.
Son tres pasos que también nosotros podemos cumplir en nuestras casas: primero, abrir el corazón a Jesús, confiarle las cargas, los cansancios, las desilusiones de la vida, confiarle los «si». El segundo paso, escuchar a Jesús, tomar el Evangelio en mano, leer hoy este pasaje. Y el tercero, rezarle a Jesús, «Señor, quédate con nosotros» porque te necesitamos para encontrar el camino”.
Homilía S.S. Francisco 26-04-2020
(12- 04-2015)