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PASCUA DEL ENFERMO

by santaeulalia

La Iglesia en España celebra el domingo 14 de mayo la Pascua del Enfermo. Así concluye la Campaña que inició el pasado 11 de febrero, festividad de Nuestra Señora de Lourdes, con la celebración de la Jornada Mundial del Enfermo.

El lema elegido para este año es “Déjate cautivar por su rostro desgastado. No me rechaces ahora en la vejez, no me abandones (Sal 71,9)

“La enfermedad forma parte de nuestra experiencia humana. Pero, si se vive en el aislamiento y en el abandono, si no va acompañada del cuidado y de la compasión, puede llegar a ser inhumana” (Mensaje del Papa Francisco para la XXXI Jornada Mundial del Enfermo en 2023). En este Mensaje el Papa nos invita a evitar la “cultura del descarte” y caminar juntos en la enfermedad “según el estilo de Dios, que es cercanía, compasión y ternura”.

La necesidad del “cuidado y de la compasión” es particularmente necesaria en las personas que añaden a la enfermedad el peso de los años, de ahí la importancia de “dejarnos cautivar por su rostro desgastado” Por ello en la Campaña del Enfermo, que transcurre entre el 11 de febrero y el VI domingo de Pascua (14 de mayo) de este año 2023, pondremos el acento en la importancia del cuidado de los mayores.

La Jornada Mundial del Enfermo, como nos explicaba San Juan Pablo II en la Carta apostólica “Salvifici doloris”, busca “sensibilizar al pueblo de Dios y, por consiguiente, a las varias instituciones sanitarias católicas y a la misma sociedad civil, ante la necesidad de asegurar la mejor asistencia posible a los enfermos”. “Ayudar al enfermo a valorar, en el plano humano y sobre todo en el sobrenatural, el sufrimiento”. “Hacer que se comprometan en la pastoral sanitaria de manera especial las diócesis, las comunidades cristianas y las familias religiosas”. “Favorecer el compromiso cada vez más valioso del voluntariado”. “Recordar la importancia de la formación espiritual y moral de los agentes sanitarios”. “Hacer que los sacerdotes diocesanos y regulares, así como cuantos viven y trabajan junto a los que sufren, comprendan mejor la importancia de la asistencia religiosa a los enfermos”.

Cuando no es posible curar, siempre es posible cuidar. El enfermo es siempre el centro de nuestra caridad pastoral. No podemos dejar de escuchar al paciente, su historia, sus angustias y sus miedos. Incluso cuando no es posible curar, siempre es posible cuidar, siempre es posible consolar, siempre es posible hacer sentir nuestra cercanía. El mayor es el sufrimiento moral ante la falta de esperanza. Y esa falta de esperanza, nace con frecuencia en terrenos donde no se ha sembrado la fe. Como nos recuerda el Papa Francisco “ si la peor discriminación que padecen los pobres -y los enfermos son pobres de salud- es la falta de atención espiritual, no podemos dejar de ofrecerles la cercanía de Dios, su bendición, su Palabra, la celebración de los sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y maduración en la fe» (Evangelii gaudium, 200).

Las instituciones sanitarias católicas son un tesoro precioso que hay que custodiar y sostener pues su presencia ha caracterizado la historia de la Iglesia por su cercanía a los enfermos más pobres y a las situaciones más olvidadas porque junto al cuidado del cuerpo, ofrecen aquella caridad gracias a la cual el enfermo y sus familiares ocupan un lugar centra. Por eso, en una época en la que la cultura del descarte está muy difundida y a la vida no siempre se le reconoce la dignidad de ser acogida y vivida, estas estructuras, como casas de la misericordia, pueden ser un ejemplo en la protección y el cuidado de toda existencia, aun de la más frágil, desde su concepción hasta
su término natura.

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