La Santa Madre Iglesia, después de su solicitud en celebrar con las debidas alabanzas la dicha de todos sus hijos bienaventurados en el cielo, se interesa ante el Señor en favor de las almas de cuantos nos precedieron con el signo de la fe y duermen en la esperanza de la resurrección, y por todos los difuntos desde el principio del mundo, cuya fe sólo Dios conoce, para que, purificados de toda mancha del pecado y asociados a los ciudadanos celestes, puedan gozar de la visión de la felicidad eterna.
Debido a las numerosas actividades de la vida diaria, las personas muchas veces no tienen tiempo ni de atender a los que viven con ellos, y es muy fácil que se olviden de lo provechoso que puede ser la oración por los fieles difuntos. Debido a esto, la Iglesia ha querido instituir un día, el 2 de noviembre, que se dedique especialmente a la oración por aquellas almas que han dejado la tierra y aún no llegan al cielo.
La Iglesia recomienda la oración en favor de los difuntos y también las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia para ayudarlos a hacer más corto el periodo de purificación y puedan llegar a ver a Dios. «No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos».
Estos son los horarios de los Actos Generales de animas en las diferentes parroquias de nuestra UPA
⁃ 10:00 hh. Dorneda
⁃ 18:00 hh. Nos
⁃ 19:00 hh. Santa Cruz
⁃ 20:00 hh. Perillo
¡La obra de caridad más grande!
Lo mejor que podemos hacer por nuestros familiares difuntos, incluso por todos los difuntos desconocidos, es rezar por ellos al «Padre de la misericordia y Dios de todo consuelo» (2 Co 1,3), y, sobre todo, aplicar la Santa Misa por ellos (cuantas más veces podamos mejor): su salvación eterna también es responsabilidad nuestra. Es la mejor obra de caridad y de misericordia que podemos hacer por ellos!
«[…] «Por eso mandó [Judas Macabeo hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado» (2 M 12,46).
Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrifico eucarístico, para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos».
(Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1032).
El Sacerdote celebrante puede aplicar u ofrecer la Misa al Señor, diariamente, por intenciones particulares: tanto por los vivos, como por la salvación eterna de los difuntos. Quienes deseen que se aplique la Misa por su intención deben avisarlo en la Sacristía de la Parroquia. (Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 1371, 958, 1689, 1032, passim; Código de Derecho Canónico, c. 901).