Continuamos nuestro itinerario espiritual hacia la Pascua con las celebraciones en la Iglesia nueva de Santa Cruz:
19:00 hh.: Santa Misa
19:30 hh.: Charlas Cuaresmales
Hoy termina la primera parte de la Semana Santa, la Semana Mayor. Mañana, jueves, se da inicio al Triduo Pascual, núcleo de las celebraciones litúrgicas de la Iglesia dentro el año.
Miércoles, el Día de la Traición
En este día se recuerda el episodio más oscuro de la vida de Judas Iscariote, el traidor, nada menos que uno de los Doce. Hoy viene a nuestras mentes, siguiendo las Sagradas Escrituras, la noche en la que el Iscariote se reúne con el Sanedrín, tribunal religioso judío, y pacta con sus miembros la manera de entregar a Jesús a cambio de 30 monedas.
El plan para matar a Jesús está en marcha. Por esta razón, muchos se refieren al Miércoles Santo como “el primer día de luto de la Iglesia”.
Judas, a quien Jesús “trató como a un amigo” (Mt 26, 50).
Los siguientes párrafos están tomados de la Audiencia General del Papa Benedicto XVI del 18 de octubre de 2006:
Ya sólo el nombre de Judas suscita entre los cristianos una reacción instintiva de reprobación y de condena.
(…) [Varios] pasajes muestran que la traición se estaba gestando: «Aquel que lo traicionaba», se dice de él durante la última Cena, después del anuncio de la traición (cf. Mt 26, 25) y luego en el momento en que Jesús fue arrestado (cf. Mt 26, 46. 48; Jn 18, 2. 5)… La traición en cuanto tal tuvo lugar en dos momentos: ante todo en su gestación, cuando Judas se pone de acuerdo con los enemigos de Jesús por treinta monedas de plata, y después en su ejecución con el beso que dio al Maestro en Getsemaní.
En cualquier caso, los evangelistas insisten en que le correspondía con pleno derecho el título de Apóstol: repetidamente se le llama «uno de los Doce» (Mt 26, 14. 47; Mc 14, 10. 20; Jn 6, 71) o «del número de los Doce» (Lc 22, 3). Más aún, en dos ocasiones Jesús, dirigiéndose a los Apóstoles y hablando precisamente de él, lo indica como «uno de vosotros» (Mt 26, 21; Mc 14, 18; Jn 6, 70; 13, 21).
Se trata, por tanto, de una figura perteneciente al grupo de los que Jesús había escogido como compañeros y colaboradores cercanos. Esto plantea dos preguntas al intentar explicar lo sucedido. La primera consiste en preguntarnos cómo es posible que Jesús escogiera a este hombre y confiara en él. Ante todo, aunque Judas era de hecho el ecónomo del grupo (cf. Jn 12, 6; 13, 29), en realidad también se le llama «ladrón» (Jn 12, 6). Es un misterio su elección, sobre todo teniendo en cuenta que Jesús pronuncia un juicio muy severo sobre él: «¡Ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!» (Mt 26, 24).
Es todavía más profundo el misterio sobre su suerte eterna, sabiendo que Judas «acosado por el remordimiento, devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciendo: ‘Pequé entregando sangre inocente’ (Mt 27, 3-4). Aunque luego se alejó para ahorcarse (cf. Mt 27, 5).
Una segunda pregunta atañe al motivo del comportamiento de Judas: ¿por qué traicionó a Jesús? (…) Algunos recurren al factor de la avidez por el dinero; otros dan una explicación de carácter mesiánico: Judas habría quedado decepcionado al ver que Jesús no incluía en su programa la liberación político-militar de su país.
En realidad, los textos evangélicos insisten en otro aspecto: Juan dice expresamente que «el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo» (Jn 13, 2); de manera semejante, Lucas escribe: «Satanás entró en Judas, llamado Iscariote, que era del número de los Doce» (Lc 22, 3). De este modo, se va más allá de las motivaciones históricas y se explica lo sucedido basándose en la responsabilidad personal de Judas, que cedió miserablemente a una tentación del Maligno.
Cfr.: aciprensa.com