Cada último domingo de septiembre se celebra en la Iglesia nueva de Cruz la Santa Misa en honor de la Virgen Santísima bajo la advocación de Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela.
Aunque en todos los templos parroquiales de nuestra UPA Liáns-Perillo-Nos-Dorneda se custodia una imagen de Coromoto es en al de Santa Cruz a donde desde hace quince años la comunidad de venezolanos residentes en nuestras parroquias y en toda la comarca acude a los pies de “la Coromoto” para celebrar su fiesta, pidiendo muchos especialmente en la situación de su país. Se trata de la de las fiestas más entrañables de la parroquia tanto por el mundo de fieles que acuden a ella como por la emoción y devoción con que se vice este día.
Este año, la coral de Mera en el coro de Hevega, acompañarán a los devotos son Nathan Dawe con su buen hacer la celebración que tendrá lugar el domingo 29 de septiembre a las 11:30 hh.
Una Madre que conoce a sus hijos
Cuenta la tradición que, después de la llegada de los españoles a la región de Guanare (Venezuela) en 1591, los indios de la tribu de los cospes, habitantes de la región, decidieron abandonar su tierra y trasladarse hacia la zona del río Tucupido con el propósito de no tener contacto con los foráneos y sus costumbres.
La situación se mantuvo así por décadas hasta que un día del año 1651, el cacique Coromoto, jefe de los cospes, tuvo una extraordinaria visión. El líder pudo ver con asombro, sobre la quebrada del río, la imagen de una hermosísima mujer. Acercándose de inmediato al lugar, acompañado de su esposa, el cacique se percató que aquella misteriosa mujer estaba mirándolos con una dulce expresión en el rostro, mientras que parecía desplazarse por encima de las aguas.
La mujer llevaba, además, a un niño sonriente entre los brazos.
Cuando Coromoto alcanzó a acercarse lo suficiente a ella, escuchó una voz que le decía: “Sal del bosque junto con los tuyos y ve donde los blancos para que reciban el agua sobre la cabeza y puedan entrar en el cielo”.
Cuando le damos la espalda a Dios
El cacique, impresionado por lo que había visto y oído, obedeció a la Señora y marchó con su tribu hacía donde estaban los españoles. Allí pidió “el agua sobre la cabeza y la entrada al cielo”, es decir, el bautismo.
Lamentablemente, al poco tiempo, Coromoto y su tribu decidieron volver al bosque, cansados e incómodos con el “nuevo régimen de vida” que “los blancos” imponían. Es decir, una vida de castidad, de respeto por la familia, las mujeres y los niños, sin lugar para el odio tribal.
El 8 de septiembre de 1652, la “Señora” volvió a aparecer, pero esta vez dentro de la choza de Coromoto. Ella le pidió al hombre que volviera con los foráneos, pero el cacique se negó rotundamente. Ni el aura ni los rayos luminosos que rodeaban la figura de la Madre de Dios, la Virgen María, le parecieron suficiente detalle si de cambiar su voluntad se trataba. Al contrario, Coromoto perdió el control y trató de echarla de su casa con gritos y amenazas.
La Señora, entonces, hizo ademán de acercarse al cacique, y este, preso de la furia, se lanzó sobre ella con la intención de atacarla. En ese instante, la Señora desapareció. Sorprendido, el indio se percató de que tenía algo entre las manos: era una pequeña estampa (figura) en la que estaba grabada la imagen de la “Señora”.
El cacique, asustado, huyó con dirección a la parte más densa del bosque. Entre el susto y el desconcierto, era ya incapaz de percatarse de lo que estaba sucediendo a su alrededor. De pronto, en un respiro, cuando pretendía recuperar un poco el aliento, sintió un dolor rápido y profundo: una serpiente venenosa lo había mordido.
Consciente de que su vida corría peligro, cambió de rumbo y se fue en dirección a Guanare, en busca de ayuda.
En el camino, la exaltación tras haber agredido a la Mujer se iba convirtiendo en temor por perder la vida, empezó a sentir remordimiento por haber atacado a la Señora que siempre se había dirigido a él con respeto y dulzura. Llegado a Guanare, exhausto y débil, los “blancos” lo atendieron, salvándole la vida. Una vez repuesto físicamente, Coromoto pidió el bautismo y se decidió a permanecer en el lugar con los suyos. Allí, en Guanare los cospes se amistaron con los españoles y empezaron a ser catequizados.
Coromoto, en adelante, vivió como un buen cristiano; y muchos entre sus hermanos indígenas seguirían sus pasos, acercándose a Dios.
Lugar: Iglesia nueva de Santa Cruz
Dia: domingo 29 de septiembre
Hora: 11:30 hh.