Este encuentro mensual con Cristo, organizado por la parroquia, está abierto a todos los que buscan salir de las prisas diarias para escuchar a Dios. Y es que la vida de un cristiano se caracteriza por ser una síntesis entre: oración y compromiso apostólico, experiencia espiritual y compromiso en el mundo, contemplación y acción, sentido de Iglesia y sensibilidad social, debiendo aparecer fundidas en una unidad indivisible en los laicos cristianos niños, jóvenes y adultos de la asociación.
La se trata de una espiritualidad de la acción: alimentada por la conciencia de unas personas que reconocen su acción como prolongación de la acción creadora de Dios, y se sienten por ello llamadas a encarnar el Espíritu de Jesucristo, que es acción, en la vida cotidiana.
La acción es la forma de concretar el compromiso desde la fe pero, al mismo tiempo, la propia acción es fuente donde se alimenta el encuentro con Dios: la propia acción es fuente de espiritualidad.
Pero nadie puede dar lo que no tiene. Por eso es necesario que encontremos momentos para la oración. Una de las cosas más importantes para el crecimiento espiritual es cultivar una vida de oración y comunión con Dios.
Todo cristiano está llamado a orar, y cuanto más crezca en santidad, más experimentará la necesidad irresistible de hacer oración. Y esta necesidad de orar, que se siente cuando se ama al Señor, e incluso antes, la tiene todo aquel que si es creyente católico, conoce el principio básico que nos dice: “Es imposible salvarse sin orar”. Sin embargo, muchas personas dicen que no saben orar.
La parroquia ofrece cada mes diferentes encuentros en los que, a través de charlas, meditaciones exposiciones del Santísimo se nos invita a encontrarnos con el señor en el silencio de nuestra oración. cada tercer jueves de mes se ofrece un retiro destinado específicamente a hombres conscientes de que la oración es algo tan importante, como la tierra que nos sustenta, el aire que respiramos, el pan que comemos, el corazón que late en nuestro pecho, que son a los hombres tan necesarios para llevar una vida humana.
Todos tenemos muchas cosas que hacer: trabajos, familia, estudio, etc… la vorágine de la vida nos consume, todo es importante y “para ayer”. Pero si de verdad queremos ser eficaces – y felices- hemos de orientar todos nuestros proyectos apostólicos hacia el Señor para controlar nuestras actividades y no caer en un activismo loco que puede ahogar el espíritu de oración en nuestra vida. No tanto buscar hacer obras para Dios sino buscar hacer las obras de Dios.
Si nuestra oración se ahoga, se ahoga el alma de nuestro apostolado. Cuando no se reza más, es un signo de que el Espíritu Santo se ha retirado de nuestra vida apostólica.
La oración no nos dispensa del trabajo. Cuando la oración se alimenta en las aguas vivas del Dios Vivo, la acción encuentra una nueva eficacia. El trabajo apoyado en la oración encuentra mayores resultados.
Pero para que la oración sea eficaz, ha de orarse siempre, con arreglo a tres condiciones que son las tres eses, ellas nos condicionan la oración, a que esta se realice, en silencio, en soledad y con sosiego. Y es de tener presente que existe una cuarta condición muy importante que es la perseverancia, si no perseveramos nada logramos.
Una charla, una mediación, espacio para el
Silencio y la oración personal, confesiones y un rato para compartir son los elementos que conforman la estructura del retiro espiritual que mes tras mes ayuda a quienes participan a crecer en la fe.
Ahora que comienza el curso, os invitamos a uniros a esta iniciativa
Lugar: Iglesia nueva de Santa Cruz
Día: tercer jueves de mes
Hora: 20:00 hh.