El próximo domingo, Solemnidad de Cristo Rey, celebraremos la última fiesta del año litúrgico. No es casual, antes bien, entraña un gran significado, ya que el final del año para la iglesia tiene su similitud con el final de la historia, cuando Cristo regrese por segunda vez, pero ahora como Rey y Señor de la vida y de la historia.
Cristo vino al mundo para testimoniar con su vida la verdad y el amor de Dios.
Durante todo el año en la liturgia hemos escuchado su voz y orado por la venida del «reino de verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, de amor y de paz» -como proclamaremos en el prefacio de la Misa de su Fiesta- con la confianza en que Cristo, el Señor del cielo y de la tierra, nos da su caridad y su amor.
A Jesucristo se le conoce con muchos títulos, pero quizá uno de los más importantes sea el de “Cristo Rey del Universo”, aunque su realeza no tiene el sentido que el mundo comprende, en Jesús se cumplieron las antiguas profecías donde se anunciaban la llegada de un Rey-Mesías.
La realeza de Cristo permaneció completamente oculta hasta los 30 años, años que pasó en una vida ordinaria en Nazaret. Luego, durante su vida pública, Jesús inauguró el nuevo Reino que «no es de este mundo» (Jn 18,36), y finalmente, con su Muerte y Resurrección, lo estableció plenamente.
Como recordaba el Papa Francisco en Asis: “No tenemos un Dios desconocido que está allá arriba en el cielo, poderoso y distante, sino un Dios cercano, tierno y compasivo, cuyos brazos abiertos consuelan y acarician”
No es fácil entenderlo, pero es nuestro rey. Y las preguntas que deberíamos hacernos son: ¿Este rey del universo es el rey de mi existencia? ¿Yo creo en Él? ¿Cómo puedo celebrarlo como Señor de todas las cosas si no se convierte también en el Señor de mi vida?
Después de que, durante un año, hemos celebrado los misterios más importantes de nuestra fe, ahora, convencidos de su amor, podemos decirle a Jesús: te proclamamos nuestro Rey, queremos ser parte de tu reino y dejar que Cristo reine en nuestro corazón, que es donde de verdad quiere reinar.
La iglesia aunque tiene la mirada en el cielo de “ donde aguardamos un Salvador” tiene los pies en la tierra como afirmaba Don Bosco, y en estos días, en España tenemos los ojos y el corazón al lado de los afectados por la DANA. Por eso el pasado martes todos los obispos de España celebraban en la Catedral de la Almudena de Madrid una Misa por las victimas y la Conferencia Episcopal ha convocado una colecta el próximo domingo en todas las parroquias de España para hacerles llegar nuestra oración y solidaridad. Nuestra parroquia se une a esta iniciativa y junto con la colecta extraordinaria que a través de Caritas parroquial se esta llevando a cabo. Ya hemos reunido cerca de 15.000 € que enviaremos la proxima semana.