Home Actualidad Carta del Sr. Arzobispo D. Francisco Prieto Fernández con motivo del Día diocesano del catequista 8 de marzo de 2025 y del Día de la catequesis en las parroquias 16 de marzo de 2025

Carta del Sr. Arzobispo D. Francisco Prieto Fernández con motivo del Día diocesano del catequista 8 de marzo de 2025 y del Día de la catequesis en las parroquias 16 de marzo de 2025

by santaeulalia

«Catequistas de la esperanza»

Queridos catequistas:

Antes que cualquier palabra, quisiera deciros igracias! Gracias por la generosidad y fidelidad con la que vivis vuestra vocación y misión de ser catequistas, procurando ser esos discípulos y testigos que colaboráis en la transmisión de la fe, acompañando la iniciación cristiana de tantos niños, jóvenes y adultos, una de las principales tareas evangelizadoras. La Iglesia en Santiago confía en vosotros para llevar a cabo este servicio eclesial, con el que colaboráis a engendrar a los hijos de Dios en el seno de la Iglesia (cf. DC 110).

Bajo el signo de la esperanza que no defrauda (cf. Rom 5,5), el Papa Francisco ha convocado el Año Jubilar Romano de 2025: una esperanza, que nace y se funda en Cristo y que el Espíritu Santo, con su presencia perenne en el camino de la Iglesia, irradia y mantiene encendida en la vida de los creyentes (cf. Bula convocatoria Spes non confundit 3).

Os invito a vivir este Jubileo como un tiempo de gracia y misericordia, como signo de la esperanza que no declina: la esperanza en Dios, que no engaña ni defrauda, porque
está fundada en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos nunca del amor divino.

Estáis a llamados a ser en vuestra vida personal, familiar y, de modo especial, en vuestra misión como catequistas, un signo vivo y visible de esta esperanza para tantos hermanos nuestros, que precisan ser sanados, acompañados y sostenidos en su caminar en la fe.
Al mirar hacia Roma, nos viene a la mente la vida de aquellos primeros cristianos que, afligidos por las persecuciones, dejaron en los muros de las catacumbas la huella
de su esperanza en Cristo, expresada con el símbolo del ancla o áncora. Su forma hace referencia a la cruz de la salvación, confiados en que los fieles allí sepultados habían alcanzado felizmente el puerto de la eternidad.

Algunos de vosotros tenéis pensado participar en la Peregrinación-Jubileo de los
Catequistas del próximo septiembre en Roma, y tendréis la oportunidad de contemplar
este símbolo y renovar así vuestra esperanza en Cristo. En todo caso, en una tierra como la nuestra, que tantas veces sufre los golpes de un mar bravo, tan generoso como
peligroso, conocemos perfectamente el valor de estar bien anclados para que las
embarcaciones no se vean arrastradas por las olas. Así ha de ser también el catequista:
firme en la barca de la Iglesia, siempre anclado, unido, a Cristo, roca sólida de toda e s p e r a n z a.

Os quiero animar, como dice el lema de este curso y de la Asamblea, a que seáis
«Catequistas da esperanza». Que el Espíritu nos aliente a dar siempre razón de nuestra esperanza (cf. 1Pe 3,15) para así ofrecerla a los hombres y mujeres de este mundo:

¡Cristo es nuestra esperanza! Así nunca os defraudaréis a vosotros mismos, ni defraudaréis a los demás. Son muchas las circunstancias en las que tenemos que ser y ofrecer esperanza.
Particularmente, pensemos en nuestras parroquias y comunidades, tantas veces envueltas en situaciones de precariedad y fragilidad: ¡No os desaniméis en vuestra tarea! El Señor cuenta con vosotros y os sostiene con la fuerza de su Espíritu.

Por ello, os invito a participar el sábado 8 de marzo en el Día del Catequista, una jornada que este año reviste un tono jubilar para convocarnos al encuentro con el Cristo de nuestra fe y esperanza.

Y recordaros, finalmente, que el domingo día 16 de marzo será el Día de la Catequesis en las Parroquias. Quiere ser una oportunidad para mostrar a los miembros de las comunidades el servicio insustituible que la catequesis presta a la esperanza. Nada hay más esperanzador y gozoso en una comunidad cristiana que verla crecer, por medio de los sacramentos de iniciación y de la catequesis, con la incorporación de nuevos miembros.

Con el deseo de encontraros y saludaros en la asamblea de catequistas, os envío un cordial saludo en el Señor, al que presento una oración agradecida y confiada por todos y cada uno de vosotros.

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